En estos tiempos de conflictos y guerras que sacuden distintas partes del mundo, la solidaridad es más importante que nunca. Ahora que empieza la campaña de la renta, marcar la X solidaria en la declaración resulta una acción necesaria de solidaridad, una pequeña pero significativa manera de apoyar la construcción de paz y combatir las desigualdades, no solo dentro de nuestras fronteras, sino también más allá. Este mecanismo de solidaridad global extiende su impacto a comunidades alrededor del mundo que se enfrentan a desafíos severos por la pobreza, el cambio climático y los conflictos bélicos.

La casilla de ‘Actividades de interés social’ nos permite a las personas contribuyentes destinar un 0,7% de nuestros impuestos a proyectos sociales, medioambientales o de cooperación al desarrollo que llevan a cabo distintas organizaciones no gubernamentales. Hay personas que piensan que esto supone un coste o aportación extra, pero este porcentaje se extrae de lo que ya está determinado que debemos tributar en el año. Es decir, cuando marcamos esta casilla no pagamos más, sino que decidimos cómo se invierte parte de nuestros impuestos.

Existen otros mitos sobre la opción de marcar esta casilla —que es la 106 de la declaración de la renta— como, por ejemplo, que no se puede marcar simultáneamente con la casilla de la Iglesia Católica, lo que es falso, porque perfectamente se pueden marcar ambas. Por el contrario, también existe el mito de que lo asignado en esta casilla se asigna principalmente a instituciones solidarias cristianas, cuando esto está lejos de la realidad. Las entidades católicas son una pequeña parte de muchas entidades sociales que aprovechan este dinero para trabajar en reducir brechas sociales y por un mundo más justo.

También hay quien piensa que una contribución individual es demasiado pequeña como para que implique algo, sin embargo, cada aportación cuenta y puede marcar la diferencia. En el año 2023 fuimos más de 12 millones de personas las que decidimos marcar la X solidaria, lo que supuso una asignación de más de 425 millones de euros repartidos en múltiples proyectos para fomentar la igualdad de género, combatir el sinhogarismo, apoyar la diversidad afectivo-sexual o avanzar en la inclusión de las personas con diversidad funcional, entre otros muchos.

Otra cuestión que suele preocupar a los contribuyentes, y con mucha razón, es el buen uso y trasparencia de estos fondos. Las organizaciones beneficiarias de la X solidaria están sujetas a estrictos controles y auditorías que garantizan buenas prácticas en la ejecución de los proyectos, para que cada euro destinado a través de esta opción tenga un impacto comprobable y real sobre los grupos de población beneficiarios. Además, en la página web de la campaña ‘X Solidaria’ se puede consultar información sobre los proyectos que se han realizado en diferentes ámbitos.

No creo que a nadie le despierte especial entusiasmo tener que declarar anualmente sus rentas, sin embargo, me parece que la X solidaria es un mecanismo muy interesante de democracia participativa. Gracias a ella, tenemos la oportunidad de decidir cómo se invierte una porción de los recursos públicos y podemos tener un impacto directo en el desarrollo de políticas sociales, solidarias y medioambientales. Este proceso no solo fomenta una sociedad más equitativa, justa y sostenible, sino que también refuerza el compromiso cívico, especialmente en momentos críticos, como el actual, que demandan una solidaridad activa.

En un mundo marcado por la urgencia de solidaridad, la X solidaria es una vía directa y efectiva para canalizar nuestra contribución hacia un futuro más justo y sostenible. Supone un acto de generosidad y una expresión de responsabilidad que nos permite formar parte activa de la construcción de un bienestar colectivo. Con este sencillo gesto, nos unimos a millones de personas en un compromiso compartido por mejorar la vida de personas en situaciones vulnerables, demostrando que la suma de pequeñas acciones individuales puede tener un impacto monumental.